Yo

EL GRAN PACO

domingo, 18 de septiembre de 2011

No me considero una maestra en la cama ni catedrática del Kamasutra en 3D. Soy mujer como cualquiera, en un país empaquetado hablando de cuanto disfruto del sexo; probablemente para más de algún cartucho me debería asar en el infierno y para mis amistades debería el Estado Hacerme un monumento. Al menos sé lo que quiero y a raíz de esto viene la siguiente historia, de aquel que cambio mi manera de percibir y, sobre todo, de sentir el sexo.

Porque en este arte lo más importante es lo que uno siente, y no empecemos con tonteras como los sentimientos de amor y esas cosas que particularmente considero soberana lata.

Hace años conocí al perfecto espécimen de la historia de mi sexo y sus alrededores: PACO. Extranjero, grande y con una facha estupenda. Mi acompañante que lo conocía nos presentó. La atracción no fue inmediata, tenía que guardar la apariencia de que era difícil, mire que con estos gringos nunca se sabe. Además un sex shop no es precisamente el mejor lugar para tener una cita; en cambio para tener sexo gratis, ¡váyase derechito para allá!

Mi compañera me habló maravillas del susodicho, cómo era, como lo tenía y me haría ver constelaciones completas en la más Discovery y todo el programa de la NASA junto. Obvio que la curiosidad mató al gato, yo como buena chilena curiosa y metiche accedí a mi primera “cita” con él. Nos fuimos derechito a mi casa, igual más desconfiada que cabro chico al cuidado de curas, porque lo de conocer al tipo para puro darle no era lo mío, al menos hasta ese día; después para que le cuento.

Sin preámbulos, nos fuimos a lo nuestro. Mi compadre no se andaba con rodeos, así que ¡vamos dándole! Tan en menos lo miré y estaba más equivocada que Lavín en marcha por la diversidad sexual; ¡el compadre era seco! Para donde me pusiera terminaba dando un grito, me retorcía como culebra, terminaba con los pies tiesos y los ojitos blancos. Para que le cuento, lo de las estrellitas era la pura verdad, pero no pensé que se me alteraría el espacio- tiempo. Lo que creía sería un rapidín, se prolongó hasta el otro día. Yo parecía recién salida de la maratón de Santiago; escurría sudor cual esponja, respiraba como asmática y la cuchara dando bote entre la cabeza y mi fiel entrepierna.

Todo el día con la sonrisa estampada de una oreja a la otra cual carretera, muerta de la risa y livianita. Un buen polvo hace maravillas con cualquier mujer, llegando al Nirvana, pasando por el Valhala, le mande saludos Alá y el fabricante. Tanta maravilla junta en un solo miembro, calladito, hacia lo suyo excelente, no fregaba por nada… o sea mino ideal.

Yo juraba que aquel encuentro era un sueño y no lo vería más; cual no sería mi sorpresa cuando me lo encuentro en mi casa esa misma tarde. Hice todo rapidito y nos pusimos a darle miercale.

Puras maravillas nuevamente. Este tipo sabía dónde estaba cada punto sensible y lo ocupaba maestramente. Yo cual colegiala; me hacía cosas que en mi vida me hicieron y me tocaba partes que no tenía ni madre idea que funcionaban para el placer. Seguía pensando que el tipo se iba aburrir, yo lo único que hacía era quejarme (del verbo ¡oh my God!) y gritar como chancho en matadero, él tranquilito seguía dándome como bombo, tarro, etc.

Que les digo, los mejores 2 años de mi vida, nos veíamos al menos 3 veces a la semana para darle donde se nos antojara. Este tipo no se hacía problemas por nada, cuando me daban ganas, donde fuera, hacía lo suyo. Mis amigos, pasaron a segundo plano o simplemente ya ni pasaban. Mis amigas juraban de vientre que me hice la cirugía plástica por lozana y regia que estaba, todo me brillaba.

Y llegó el día, Porque nada es para siempre. Pedí mi dosis; Tenía todo listo, y me sale con el chiste que ya no puede más. Y así no más se apagó la llama, murió la flor, el canario no cantó más o como quiera llamarle. Estuve de duelo, afligida. Egoísta pensaba en como lo haría para que alguien me diera; nunca se me pasó por la cabeza que Paco se moriría.

Porque con estas cuestiones, no se sabe. Una se entusiasma, no cree que todo de un día para otro se puede acabar. Así me pasó, tenía lo que quería pero no era vida para mi; engolosinarse con un solo miembro nunca es sano. Uno se pone medio bruto esperando la próxima, casi como angustiado. Esta cuestión era adictiva, pasé de estar un par de horas con el susodicho hasta días completos… sin exagerar. Yo soy como tonta para esta cuestión o ¿será que Paco me puso tonta de tanto darme?

Como sea, ahora soy una mujer más relacionada con mi entorno social y prefiero a mis machos que me dan poquito pero rico y con más accesorio. Lo de la seducción, fantasías y erotismo no era lo de Paco, europeo medio bruto tenía que ser.

Con estas cosas tecnológicas nunca se sabe, funcionan perfecto y al otro día se funden. Paco me enseñó cosas respecto de lo que me gusta y gracias a él lo he pasado genial en la cama…y otros lugares. Lo que sí es medio denigrante darse cuenta un día que un vibrador es el centro de su vida, pero aún así va este recuerdo para Paco, mi único vibrador. Algo de fiel tengo.

1 comentarios:

  1. Real Fenix dijo...:

    linda historia...la costumbre de tirar bueno y parejo que cuando ya lo no tienes puf quedas como en el aire...

    sigo leyendo...

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